
El estado de salud del Papa Francisco ha generado gran preocupación. Según un informe reciente del Vaticano, su crisis respiratoria fue causada por una acumulación significativa de mucosidad endobronquial, lo que provocó un broncoespasmo. Para tratar esta complicación, los médicos realizaron dos broncoscopias para aspirar las secreciones que dificultaban su respiración. Debido a esta situación, el Papa tuvo que ser sometido nuevamente a ventilación mecánica no invasiva.
A los 88 años, el Papa Francisco fue hospitalizado el 14 de febrero debido a una bronquitis con infección polimicrobiana, que posteriormente derivó en una neumonía bilateral. Esta condición se ve aún más complicada por su historial médico, ya que desde joven ha sufrido problemas pulmonares y le fue extirpada una parte de su pulmón.
El pronóstico sigue siendo reservado, ya que no se ha emitido un parte claro sobre su evolución. Expertos como el doctor John Coleman, de Northwestern Medicine, han expresado su preocupación debido a la necesidad de realizar broncoscopias, lo que indica que el Papa no puede expulsar las secreciones por sí mismo. A pesar de algunas mejoras en su estado, las complicaciones persisten, y la fisioterapia respiratoria continúa siendo parte fundamental de su tratamiento.
Esta situación ha sido un contratiempo significativo en su recuperación, y la acumulación de mucosidad sigue sugiriendo dificultades en su función pulmonar. Además, desde su ingreso al hospital, el Papa no ha aparecido en público, lo que ha generado especulaciones sobre su verdadero estado de salud. Su hospitalización representa la ausencia más prolongada en sus 12 años de papado.
En un mensaje fechado el 26 de febrero, el Papa Francisco expresó su preocupación por la ineficacia de las organizaciones internacionales frente a los desafíos globales actuales, reafirmando su compromiso con la justicia y la paz mundial.
Este momento también ha reabierto el debate sobre los cuidados paliativos en la Iglesia Católica. En 2017, el Papa ya había manifestado que no siempre es obligatorio recurrir a todos los tratamientos posibles, permitiendo la decisión moralmente aceptable de retirar tratamientos excesivos en ciertas circunstancias.